Muchas veces la innovación es confundida con la creatividad, y aunque tiene mucho que ver, no
necesariamente algo innovador debe ser algo creativo. Para nosotros la creatividad simplemente
es dar diferentes soluciones a una situación que tenemos, mientras que la innovación suple una
necesidad y toma valor una vez alguien la acepta y quiere pagar por ello.
Pero cómo podemos tener un producto, servicio o proceso innovador? Es simple, y no nace de
inspiración divina e individual, todo lo contrario, viene del trabajo en equipo y como lo dijimos
anteriormente, para suplir una necesidad.
Cuando los equipos se reúnen y aportan diferentes ideas para obtener una solución, están usando
la creatividad para innovar sobre algo específico, no necesariamente debe tener apoyo
tecnológico (aunque ayudaría bastante) basta con hacer cambios sustanciales que sean aceptados
por el público al que nos estamos dirigiendo y que generen alto impacto. Cómo sabremos si la
“innovación” fue buena? Pues teniendo parámetros que nos permitan medir los resultados,
comparándolos un “antes” con un “después”.
En definitiva, siempre que se quiera mejorar “algo” ya sea un producto, servicio o un proceso de la
empresa, se debe recurrir a los equipos, detectar la necesidad u oportunidad de mejora,
trabajarla, mejorarla, corroborar su aceptación y poderla medir para saber si la innovación que se
hizo mejoró lo que se tenía previamente y dio satisfacción al usuario final.
Basta con ser un poco creativos, disruptivos y colaborativos para implementar un proceso de
innovación, puedes trabajarlo a través de juegos, preguntas, colores y por qué no, hasta con
comida. Te sorprenderás de los resultados obtenidos.
No tengas miedo de innovar, simplemente deja fluir… si una idea tuya te parece loca…. Imagínate
como sonará cuando se la cuentes a alguien más, atrévete a dar ese paso, lo peor que puede pasar
es que no pegue y tengas que pensar en algo más “loco todavía”.